“Carmen Hermo, a lo largo de su carrera, es un sobrio ejemplo de ese compromiso artístico entre sociedad, intimidad, lenguaje y espectador…
La evolución que se aprecia en su trabajo, desde una concepción del espacio de mayor neutralidad y con un lenguaje de gran pictoricidad y hermetismo, hasta los últimos cuadros más saturados de pintura y enriquecidos por una multiplicidad de códigos lingüísticos, extraídos desde los más variados medios de comunicación que nos rodean, así lo confirman.
Esta progresión se ha ido encauzando a través de diferentes imágenes y situaciones, que la pintora rescata, para satisfacer sus necesidades o sus anhelos. Logrando la conceptualización de elementos icónicos que responden a lenguajes como el de la pintura, la televisión, el cine, la literatura, o la informática, y que aparecen recogidos en un único soporte como es el lienzo. La gran riqueza de esta unión, es la capacidad que demuestra Carmen Hermo para que estos mundos diferentes se crucen, pero sin que exista una interferencia entre ellos, pudiendo ser observados independientemente, en una suerte de transferencia integradora de elementos que tanta participación poseen en nuestra cultura…”
Ramón Rozas, Castelo de Soutomaior (2000):