Las mareas, el viento y las corrientes marinas traen a las playas restos de madera. Son «crebas» viajeras sin origen conocido cuya única certeza es que son lo que son, crebas, además de una posible añoranza de lo que fueron y de lo que podrían haber sido.Trozos de madera, árboles a la deriva, desarraigados, que únicamente conservan una referencia interna de su orientación original en los anillos de crecimiento. Una vuelta a su colocación original, nacimiento y crecimiento por estos anillos que gracias a la brújula incorporada artificialmente viene siendo un intento desesperadamente romántico de rememorar su emplazamiento inicial al otro lado del mar.Crebas de madera que podrían haber sido barcos también a la deriva. Una madera materia prima de carpinteros de ribera, dornas, gamelas o pesqueros arrebatados del mar, a la deriva, hasta la playa.